Se ganó anoche. Se ganó porque sí, porque no cabía otra. Ya iba siendo hora de sumar de tres en tres como fuese y ayer tuvo que ser por una genialidad de quien, desde su llegada, no estaba aportando demasiado al juego.
Konoplyanka dejó los puntos en Nervión de magistral libre directo en la recta final del partido pero hasta ahí....más de lo mismo.
Partido que comienza con un Sevilla arriba, presionando como en los viejos tiempos, entrando por bandas con un Tremoulinas muy inspirado y un Reyes asustando cada vez que tocaba la pelota acompañado esto del mejor Kronh Delhi y el peleón Iborra.
Muy bonito todo en el primer cuarto en el que además nos vamos con un dos-cero tranquilizador y esperanzador.
Nada hacía presagiar lo que se nos avecinaba en la segunda mitad. El Rayo sale, como estuvo todo el partido, muy bien posicionado, sin miedos, con tranquilidad y creando peligro en bandas, además de contar con la enorme calidad a balón parado que demostró Bebé. El portugués acorta distancia con un zambombazo desde fuera del área que todavía está Sergio Rico buscando.
Es a partir de aquí que comienzan los nervios, el no saber qué hacer con la pelota en los pies, las pérdidas de balones infantiles y peor aun...la motivación de los madrileños que veían opciones muy claras de hacerse con algún punto. Y así fue. Otra vez por banda y gol raro toda vez que entra por el palo de Rico y aun no sé si se lo traga o es desviado por algún compañero.El caso es que tocaba levantarse sí o sí. No se podía perder este partido, ni un punto siquiera. Había que ganar ya con el corazón más que con la cabeza y tuvo que ser de manera magistral, al más puro estilo Tsartas o Súker, de falta directa.
Respiramos algo más pero no para relajarnos ni mucho menos. No estamos todavía como debemos estar, como se espera de este Sevilla. Hay que motivarse aun más y que mejor momento para hacerlo que asaltando Turín en Champions...¿por qué no?...Todo puede pasar, cosas más raras se ven en fútbol.
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