Promesa de la cantera, de la Fábrica de los Sueños de la carretera de Utrera. De esa casa que tantos y tan buenos talentos pone en liza para que los disfruten los futboleros.
Promesas que algunas veces prosperan y otras, casi las que más, se quedan en el camino de los olvidados.
Y...promesas, como ésta de la foto, que se la quieren dar de listos, que quieren dejar en otras tierras lo que forjan en la nuestra, algunas veces por peseteros y las más por estar mal aconsejados. No sé cuál es el caso de este Antonio Luque.
Lo único que sé a ciencia cierta es que un día, a sus diez y pocos años, intentó engañar al Club que tanto le estaba dando. Intentó engañar a un escudo que lo hizo futbolista y demostró no tener ningún amor por los colores que defendía. Tanto así que vió como desde este Club le frustraban su salida por la puerta de atrás hacia el país de las liras, donde seguramente se hubiese hecho de oro o hubiese fracasado a su corta edad en el Inter de Milán. Se le frustró su salida y con el berrinche lógico de un niño de su edad o mal aconsejado, decidió olvidarse de estos colores, rescindir cualquier tipo de relación con el Sevilla Fútbol Club y marcharse, a terminar de estrellarse, a tierras portuguesas, a Segunda División B.
Trató de enmendar su ruta fichando por el Levante pero tampoco le fue fácil la operación y ahora que lo tiene difícil allá por donde va...recalará en un complicado Xerez.
Con lo que cuesta llegar a la cima en este deporte en el que te llegan palos por todos sitios y te cierran puertas por doquier si no eres grande o si no prometes ingresos multimillonarios y que desde pequeñitos cometan errores de esta índole por peseteros o por mal aconsejados....no sé cuál es el caso de Antonio Luque.
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